En ocasiones, sin embargo, el sistema de respuesta a la ansiedad se ve desbordado y funciona incorrectamente. Más concretamente, la ansiedad es desproporcionada con la situación e incluso, a veces, se presenta en ausencia de cualquier peligro ostensible. El sujeto se siente paralizado con un sentimiento de indefensión y, en general, se produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico. Se dice que cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona, entonces se la considera como un trastorno.
SÍNTOMAS
Los síntomas de ansiedad pueden dividirse en cognitivos, afectivos, conductuales y fisiológicos. Al mismo tiempo, las reacciones pueden ser de tres tipos: movilización, inhibición y desmovilización.
Movilización
Se produce cuando los sistemas se activan para la acción (huida o lucha). Se da en los cuatro sistemas mencionados:
· Cognitivo. La persona es excesivamente consciente de sí misma y está hipervigilante, buscando constantemente indicios que demuestren la existencia de un peligro. Por ejemplo, la persona que teme hablar en público observará cada gesto de su audiencia. Aparecen pensamientos repetitivos de amenaza, como: no seré capaz de hacerlo, siempre me equivoco, soy incompetente, quedaré como un idiota, etc. O aparecen en su mente imágenes mentales que muestran las cosas desagradables que pueden pasarle.
· Afectivo. Aparecen emociones que van desde una ligera tensión o incomodidad hasta el terror.
· Conductual. Movimientos nerviosos, temblar, suspirar, moverse de un lado a otro, evitar la situación, etc.
· Fisiológico. Se produce una activación del sistema nervioso simpático. Por ejemplo, palpitaciones, sudoración o aumento de la presión sanguínea.
Inhibición
En la inhibición se produce lo contrario a la movilización; es decir, los sistemas se inhiben y bloquean para inmovilizar a la persona e impedirle actuar:
· Cognitivo. Se produce un bloqueo de diversas funciones con problemas para recordar, para concentrarse, para pensar o para ser objetivo. Puede haber confusión mental, sensación de irrealidad, sensación de que las cosas parecen distantes o sensación de que va a desmayarse.
· Conductual. Se produce una inhibición del movimiento, cierta rigidez de los músculos de la cara, palidez, y rigidez muscular general que hace que los movimientos sean torpes y bruscos, impidiendo realizar correctamente ciertas actividades, como escribir o tocar un instrumento. Puede producirse también tartamudeo, problemas para hablar e incluso mutismo parcial.
· Fisiológico. Aparecen síntomas como hipotensión, desmayo, debilidad.
Desmovilización
Es una reacción de colapso que suele ocurrir sobre todo cuando hay una reacción exagerada al ver sangre o heridas, aunque puede ocurrir también en otros casos. Los principales síntomas son debilidad y desmayo debido a hipotensión y reducción de la frecuencia cardiaca.
En general, los síntomas fisiológicos (tanto de movilización como de inhibición) pueden afectar a diversos sistemas:
· Cardiovascular. Hipertensión, hipotensión, disminución o aumento de la frecuencia cardiaca, desmayo.
· Respiratorio. Respiración agitada, respiración enlentecida, problemas para respirar, presión en el pecho, respiración superficial, sensación de nudo en la garganta, sensación de ahogo.
· Neuromuscular. Reflejos aumentados, sobresaltos, insomnio, espasmos, temblores, rigidez, debilidad general, inestabilidad, piernas tambaleantes.
· Gastrointestinal. Dolor abdominal, pérdida de apetito, asco de la comida, náuseas, vómitos, reflujo gastroesofágico, malestar abdominal.
· Aparato urinario. Deseo urgente de orinar, deseo de orinar con frecuencia.
· Piel. Palidez, rubor facial, sudor localizado (por ejemplo, en las palmas) o general, sofocos, picores.
CAUSAS
La ansiedad, al igual que otros sentimientos (placer, exaltación, euforia, éxtasis, tristeza, ira, rabia y calma), son fundamentales en la vida de las personas; regulan la interacción con los demás y ofrecen un sistema de alarma que, en el caso del miedo, sirven para afrontar situaciones de peligro o riesgo.
Estas emociones, así como la percepción y la acción, están controladas por circuitos neuronales del encéfalo. En el caso específico de la angustia, su experiencia incluye tres tipos de componentes:
· Un componente cognoscitivo.
· Respuestas autonómicas, endocrinas y esqueleto-motoras.
· Representaciones subjetivas del estado emocional.
Dos emociones humanas tienen mucha importancia en cuanto a las causas de la ansiedad: la sexualidad y la agresividad. Sin embargo, en la descripción que las personas hacen de su angustia, pueden esgrimir muchas razones que no guardan ninguna relación con deseos agresivos o sexuales. Muchos pacientes, por ejemplo, se sienten extrañados frente al hecho de que la causa de la ansiedad surja precisamente cuando se encuentran más contentos y han conseguido por fin el logro deseado. Otros culpan de su estado al abandono de un ser amado, la mala suerte en los negocios, la soledad, un medio ambiente adverso o el fracaso de un proyecto.
Estas quejas manifiestas son la expresión inconsciente de situaciones traumáticas de separación en las etapas iniciales de la vida, cuando el desarrollo psicológico es incompleto, y el sujeto no cuenta con elementos suficientes para defenderse del temor a perder la vida o ser aniquilado por peligros supuestos o reales. Cada nueva situación de abandono o separación es ahora mal soportada; hasta un hecho cotidiano aparentemente banal puede ser motivo para desencadenar el estado de angustia y ser la causa de la ansiedad
De acuerdo con la teoría conductista, la angustia es una respuesta condicionada a un estímulo ambiental; las personas afectadas por la ansiedad han sobregeneralizado sus temores y han aprendido, por imitación, a responder ansiosamente. La imitación proviene de respuestas semejantes de sus padres, cuidadores o figuras importantes; en consecuencia, las respuestas de los ansiosos son valoraciones que exceden la peligrosidad de las situaciones, y subestiman sus propias habilidades para enfrentar esas amenazas.
La angustia es un afecto normal; su intensificación, que se convierte en fuente de sufrimiento e incapacidad, es lo que la convierte en patológica.
TRATAMIENTO
Los fármacos son el tratamiento de elección para la ansiedad generalizada. Habitualmente se prescriben fármacos ansiolíticos como las benzodiacepinas; sin embargo, debido a que el uso de benzodiacepinas a largo plazo puede crear dependencia, si se decide su interrupción, debe reducirse escalonadamente y no de forma brusca. El alivio que proporcionan las benzodiacepinas compensa generalmente algunos ligeros efectos secundarios.
La buspirona es otro fármaco eficaz para muchas personas con ansiedad generalizada. Su uso parece no acarrear dependencia física. Sin embargo, la buspirona puede tardar dos semanas o más en hacer efecto, en contraste con las benzodiacepinas, que comienzan a actuar en el plazo de unos minutos. La terapia de comportamiento no suele ser generalmente beneficiosa porque no existen claras situaciones que desencadenen la ansiedad. Las técnicas de relajación y de biorretroacción pueden ayudar.
La ansiedad generalizada puede estar asociada con conflictos psicológicos subyacentes. Estos conflictos están frecuentemente relacionados con inseguridades y actitudes autocríticas que son autodestructivas. Para algunas personas, la psicoterapia puede ser eficaz para ayudar a comprender y a resolver conflictos psicológicos internos.
¿Con qué frecuencia padecemos esta enfermedad?
Los trastornos por ansiedad son, en conjunto, la enfermedad psiquiátrica más frecuente. Entre ellos destaca el trastorno fóbico: alrededor de un 7 por de mujeres y un 4,3 por ciento de hombres padecen fobias específicas (a algún animal, a un objeto, a la oscuridad, etc.), mientras que las llamadas fobias sociales (la aptitud de una persona para relacionarse de un modo afable con los demás) se hallan en un 13 por ciento de la población.La ansiedad generalizada se da en un porcentaje del 3 al 5 por ciento de los adultos (en algún momento durante el año). Las mujeres tienen el doble de probabilidades de presentarla.
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