viernes, 6 de diciembre de 2013

Epilepsia

La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas crónicas más importantes y prevalentes, provocada por uno o varios trastornos que predisponen al cerebro para generar convulsiones recurrentes, que tiene consecuencias no sólo neurobiológicas, sino también cognitivas y psicológicas. La literatura acerca de la epilepsia ha estado, históricamente, plagada de errores que han alimentado su leyenda negra y han motivado que los pacientes epilépticos sufran un injustificado estigma social.
Para considerar que una persona padece epilepsia como enfermedad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), exigen la repetición crónica de crisis epilépticas, es decir, se hace el diagnóstico de epilepsia cuando el paciente ha tenido dos o más crisis espontáneas.
La epilepsia es el tercer trastorno neurológico más frecuente después de los ictus (accidentes vasculares cerebrales) y las demencias y se calcula que afecta al 0,5-1,5% de la población. Sólo en España existen más de 270.000 afectados, según las estimaciones del estudio EPIBERIA.
La mayoría de los casos ocurren en niños menores de 10 años y en personas mayores de 65. Son más frecuentes en países subdesarrollados y entre las clases socio-económicas desfavorecidas.

Crisis epiléptica

Las crisis epilépticas se producen por una descarga anormal y exagerada de ciertos gruposneuronales del cerebro. Para que las descargas neuronales anormales desencadenen crisisepilépticas deben tener lugar una serie de procesos: sincronización, amplificación y propagación de las descargas.
La descarga epiléptica se produce como resultado de un desequilibrio entre los mecanismos excitadores e inhibidores a los que las neuronas están expuestas. La epileptogénesis es el proceso por el que una estructura nerviosa normal se vuelve hiperexcitable, hasta llegar a generar crisis epilépticas de forma espontánea.
Para determinar si se trata de una crisis epiléptica hay que tener en cuenta que:

· No toda descarga paroxística del cerebro, aunque sea detectable en el electroencefalograma (EEG), es una crisis epiléptica si no produce clínica.
· Las disfunciones paroxísticas cerebrales que no se hayan producido a consecuencia de una descarga neuronal hipersíncrona, sino de otro tipo, no deben considerarse crisis epilépticas, aunque pueden provocar manifestaciones clínicas similares.
· Las descargas de otros grupos neuronales fuera de la corteza cerebral, por ejemplo del tronco cerebral o de la médula, dan lugar a manifestaciones paroxísticas, como espasmos musculares, que no son crisis epilépticas, aunque respondan a los mismos fármacos.



Actuación frente a las crisis

Qué se debe hacer
· Lo ideal es tratar de echar a la persona en el suelo, porque si no terminará cayendo por sí misma con el consiguiente riesgo de lesión.
· Si el enfermo ya se está medicando, lleva siempre consigo unas pastillas, tabletas o similar y ha informado de ello a los que se encuentran con él en el momento del ataque, habrá que introducirle el fármaco en la boca antes o después de que se produzca la crisis (durante la crisis no tiene sentido porque el proceso digestivo se detiene).
· Hay que tener mucho cuidado al acercarse al enfermo, porque incluso estirado en el suelo despliega una fuerza inconsciente fuera de lo normal y puede dar golpes con cualquiera de las extremidades.
· Se deben apartar de inmediato todos los objetos que puedan estar a su alrededor, porque podría alcanzarlos y golpear o golpearse con ellos.
· Uno de los movimientos incontrolados que realice será probablemente con la boca, así que hay que tratar de ponerle entre los labios un objeto alargado y duro (un palo, por ejemplo), para que no se muerda la lengua ni los labios, que pueden terminar seriamente dañados.
· Para que no se golpee la cabeza contra el suelo durante las convulsiones, se le puede colocar debajo de la nuca un almohadón, o bien una prenda de ropa doblada.
· No hay que tratar de trasladar a la persona mientras sufre el ataque. Lo mejor es esperar a que éste pase. Si las convulsiones se prolongan más de cinco minutos, o se sabe con certeza que se trata de una persona diabética o embarazada, lo que se debe hacer es avisar a una ambulancia). Una vez superado el ataque epiléptico, el enfermo no recordará qué le ha pasado y se sentirá muy confuso; no hay que dejarle sólo, porque es posible que no recuerde dónde está o dónde vive.

Qué no se debe hacer
· No es necesario realizar respiración artificial.
· Los cambios de coloración de la piel se producen a causa de la reactividad de los vasos cutáneos.
· No hay riesgo de que el niño se ahogue con su lengua.
· Los ruidos se deben a la falta de coordinación de la respiración y al aumento de secreciones.
· No se debe sacudir o golpear al epiléptico.
· La crisis comienza y se interrumpe de forma espontánea.
· No hay que ponerle alcohol en la frente.
· No hay razón para frotarle la frente con alcohol.
· Esta medida no tiene ninguna utilidad para controlar las crisis convulsivas, y en cambio se corre el riesgo de que se produzcan lesiones químicas si el alcohol entra en contacto con los ojos.
· No es útil administrarle medicamentos por la boca.
· El epiléptico está inconsciente, el mecanismo para tragar está falto de coordinación en ese momento. Además, los medicamentos anticonvulsivos no hacen efecto inmediatamente; los cambios en el control de las crisis se aprecian cuando los fármacos ya han llegado a la sangre en cantidades suficientes y tras 7 días como mínimo.
· Pasada la crisis no se necesita ningún sedante.
· Una vez que el epiléptico deja de convulsionarse y está dormido, ya no es necesario. Los medicamentos que se usan para interrumpir las crisis son sedantes de acción corta (su efecto dura entre 20-40 minutos), por lo que una vez pasada la crisis no tienen utilidad.
Signos y síntomas

Las características de los ataques son variables y dependen de la zona del cerebro en la que empieza el trastorno, así como de su propagación. Pueden producirse síntomas transitorios, como ausencias o pérdidas de conocimiento, y trastornos del movimiento, de los sentidos (en particular la visión, la audición y el gusto), del humor o de la función mental.
Las personas con convulsiones tienden a padecer más problemas físicos, tales como fracturas y hematomas, y mayores tasas de otras enfermedades o problemas psicosociales y de trastornos tales como la ansiedad o la depresión.

Tratamiento
Estudios recientes en los países desarrollados y en desarrollo han revelado que hasta un 70% de los niños y adultos diagnosticados recientemente de epilepsia pueden tratarse con éxito (es decir, tener sus convulsiones completamente controladas) con fármacos anticonvulsionantes. Al cabo de 2 a 5 años de tratamiento exitoso, esos fármacos se pueden retirar en aproximadamente un 0% de los niños y un 60% de los adultos sin que se produzcan recidivas.

· En los países en desarrollo, tres cuartas partes de los pacientes con epilepsia pueden no recibir el tratamiento que necesitan.
· En África no reciben tratamiento aproximadamente 9 de cada 10 casos.
· En muchos países de ingresos bajos y medios hay una escasa disponibilidad de anticonvulsionantes, que por otra parte no son asequibles, lo cual puede constituir un obstáculo al acceso al tratamiento. En un estudio reciente se observó que la disponibilidad media de antiepilépticos genéricos en el sector público es inferior al 50%.
· En los pacientes que responden mal al tratamiento farmacológico puede resultar útil el tratamiento quirúrgico.


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