martes, 10 de diciembre de 2013

Cáncer esofágico

El cáncer de esófago es el 8º tumor en frecuencia y el 6º en mortalidad. Se trata de un problema sanitario de primera índole, ya que a pesar de su baja incidencia tiene una gran mortalidad (cercana al 90% de todos los pacientes). Esto se debe a que más de la mitad de los pacientes se diagnostican en fases localmente avanzadas o metastásicas (es decir, irresecables). El 90% de los cáncer de esófago son de histología escamosa (normalmente localizados en el tercio superior y medio) o adenocarcinomas (en el tercio inferior), el 10% restante son de otros tipos como mixtos (adenoescamosos), sarcomas, microcíticos, etcétera.



Los síntomas tempranos del cáncer de esófago son sutiles y poco específicos; y son muy similares tanto en el de tipo escamoso como en el adenocarcinoma. La disfagia (dificultad al tragar alimentos sólidos) suele ser el síntoma inicial y es el más frecuente. Se suele acompañar, además, de pérdida de peso. Esto suele ocurrir cuando la estenosis (estrechamiento) de la luz del esófago es importante (a partir de 13 mm), y eso suele corresponder ya a un estadio locamente avanzado. La pérdida de peso está relacionada con la reducción en la ingesta, los cambios en los hábitos dietéticos y la anorexia relacionada con el tumor.

Más del 80% de los pacientes con cáncer de esófago se diagnostican en fases avanzadas de la enfermedad, por lo que ya sabemos que tendrán una supervivencia muy baja (inferior al 10% a los 5 años). Las armas terapéuticas existentes para el tratamiento del cáncer de esófago son:
  • Cirugía
  • Quimioterapia preoperatoria
  • Quimioterapia y radioterapia preoperatoria.
  • Quimioterapia + radioterapia radical.


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