Tipos de ictus:
· Ictus trombótico, aterotrombótico o trombosis cerebral. Es un ictus isquémico causado por un coágulo de sangre (trombo), formado en la pared de una arteria importante, que bloquea el paso de la sangre a una parte del cerebro.
· Ictus embólico o embolia cerebral. Se trata de un ictus isquémico que, al igual que el trombótico, está originado por un coágulo de sangre; éste, sin embargo, se ha formado lejos del lugar de la obstrucción, normalmente en el corazón. A este coágulo lo denominamos émbolo.
· Ictus hemodinámico. Dentro de los ictus isquémicos es el más infrecuente. El déficit de aporte sanguíneo se debe a un descenso en la presión sanguínea; esto ocurre, por ejemplo, cuando se produce una parada cardíaca o una arritmia grave, pero también puede ser debido a una situación de hipotensión arterial grave y mantenida.
· Hemorragia intracerebral. Es el ictus hemorrágico más frecuente. Una arteria cerebral profunda se rompe y deja salir su contenido sanguíneo, que se esparce entre el tejido cerebral circundante, lo presiona y lo daña. La gravedad de este tipo de ictus reside no sólo en el daño local sino en el aumento de presión que origina dentro del cráneo, lo que afecta a la totalidad del encéfalo y pone en peligro la vida.
· Hemorragia subaracnoidea. Es una hemorragia localizada entre la superficie del cerebro y la parte interna del cráneo. Su causa más frecuente es la rotura de un aneurisma arterial (porción anormalmente delgada de la pared de una arteria, que adopta forma de globo o saco).
Los signos de alarma son:
-Pérdida de fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
-Trastornos de la sensibilidad, sensación de «acorchamiento u hormigueo » de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
-Pérdida súbita de visión, parcial o total, en uno o ambos ojos.
-Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse, lenguaje que nos cuesta articular y ser entendido por quien nos escucha.
-Dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
-Sensación de vértigo intenso, inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas inexplicadas, si se acompañan de cualquiera de los síntomas descritos con anterioridad.
Hay que tener en cuenta que entre el 60 y el 80% de los ICTUS se pueden prevenir. Algunas personas pueden contar con una predisposición genética pero en términos generales todos los factores de riesgo, a excepción de la edad, se pueden eliminar o controlar. Pero la pregunta es… ¿Cómo prevenirlo?
1. Conocer la tensión arterial
La hipertensión es el principal factor de riesgo en la aparición de los ICTUS. Tener la tensión arterial alta puede multiplicar por cuatro las probabilidades de sufrir un ICTUS ya que obliga a nuestro corazón y arterias a hacer un esfuerzo extra para que la sangre llegue a todas las células de nuestro cerebro. Conviene tenerla vigilada y controlada.
2. Realizar ejercicio físico con regularidad
El ejercicio físico es clave para mantener un corazón fuerte y unas arterias limpias, los mejores aliados en la prevención del ICTUS. Evitar el sedentarismo es una prioridad. No hace falta hacer salto con pértiga. Con caminar una hora a diario el corazón recibe la dosis de ejercicio que necesita.
3. Dejar el tabaco
El tabaco eleva de una manera vertiginosa el riesgo de sufrir un ICTUS y es el principal factor de riesgo que se encuentra en personas jóvenes que lo han sufrido.
4. Conocer los niveles de colesterol y tensión.
El colesterol, junto con el tabaco son los principales causantes de creación de placa arteroesclerótica, favoreciendo la aparición de obstrucciones en las arterias que riegan el cerebro. Una sencilla analítica puede ayudarnos a conocer nuestros niveles y reducir el nivel de colesterol.
5. El peso a raya
La obesidad suele llevar asociada problemas como el colesterol o el sedentarismo y también enfermedad coronaria. Bajar 5 kilos puede reducir significativamente estos factores de riesgo.
6. Control de azúcar
La diabetes, además de reducir la capacidad del páncreas para producir insulina, afecta a los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, haciendo que aumente la probabilidad de sufrir un ICTUS.
7. Reducir el estrés
El estrés crónico aumenta por cuatro la posibilidad de sufrir un ICTUS a lo largo de la vida. Tener un carácter “temperamental” con picos de estrés (patrón de personalidad tipo A), también aumenta la probabilidad de sufrir una crisis hipertensiva y de tener un ICTUS.
8. Mantener un ánimo sereno y positivo
Cultivar emociones como la serenidad, la calma, y mantener un estadod e ánimo tranquilo y positivo pueden ayudar a reducir el riesgo de sufrir un ICTUS ya que ayudan a reducir la tensión arterial y reparar el sistema cardiovascular.
9. Conocer las señales de alarma
Detectar un ICTUS a tiempo puede salvarte la vida y prevenir la aparición de secuelas. Ante estas señales no dudes en ponerte en contacto con emergencias y decir. “Creo que me está dando un ICTUS”. Experimentar la sensación de acorchamiento en la mano, o pierna o en la mitad del cuerpo. Balbucear y no ser capaz de hablar, o decir palabras sin sentido. Sentir un lado de la cara dormido. Perder la visión de un lado. Dolor de cabeza persistente acompañado de vómitos que no identificamos como habitual en nosotros.
10. Aumentar la reserva cognitiva
Leer, aprender un idioma, aprender cosas nuevas, escribir un diario, hacer tareas bimanuales, son experiencias que hacen a nuestro cerebro más resistente frente a las posibles secuelas de un ICTUS. Es lo que se conoce como reserva cognitiva. Hacer todas estas cosas no puede ayudarte a prevenir un accidente cerebrovascular, pero sí puede ayudarte a minimizar tus secuelas y hacer que tu recuperación sea significativamente mejor.
El tratamiento precoz de esta enfermedad cerebrovascular es vital para reducir la mortalidad y las secuelas.
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